jueves, 3 de julio de 2014

¿ERES UN SOÑADOR?: SER O NO SER, ESA ES LA CUESTION



Soy un soñador, lo reconozco, me encanta soñar despierto e imaginarme consiguiendo lo que mi mente me induce a fantasear.
Vivir sin tener esa  sensación no sería vida, simplemente estaría muerto de la forma peor que concibo: un zombi en un mundo sin la esperanza de mejorar día a día.
Me he  encontrado a personas muchas veces que les da miedo decir a voz llena que les gusta soñar, ó a otras que  insinúan que eso es de Quijotes, aunque uno se da cuenta en cuestión de segundos que su ego les hace esconder los mismos anhelos.
¿Ser un Quijote es malo?, no lo creo. Soñar es vivir, es buscar lo mejor que desea uno para sí mismo, aunque no basta con sentirlo, hay que buscarlo.
Alguien en una ocasión me dijo que una persona había dejado de creer en Dios. Su motivo era que había estado un año rezando a diario para que le tocase la lotería y al ver que esto no había ocurrido había dejado de creer. El problema que tenía es que nunca había comprado el boleto.
A esto es donde quiero llegar a parar: no basta con soñar para conseguir alguna meta, sino que hay que trabajar también.
Parece obvia mi observación, pero muchas veces dejamos de correr porque encontramos una ladera un poco empinada sin imaginarnos que la meta está a solo unos pocos metros de nosotros.
Mark Twain en una ocasión dijo “Dentro de 20 años estarás más decepcionado por lo que no hiciste que por lo que hiciste”.
Sin duda alguna llevaba razón, a veces el miedo nos atenaza de tal forma que nos impide dar lo mejor de nosotros mismos, y yo estoy harto de que ese temor me haya impedido resaltar lo mejor de mí mismo y con ello buscar la meta que siempre he soñado desde mi infancia.
“No es valiente aquél que no tiene miedo, sino el que sabe afrontarlo” afirmó Nelson Mandela, sin duda un ejemplo de  valentía de este  loco mundo.